8,760 horas de la mano con Laurita

Laurita, el 'anillo' y yo.

Han pasado exactamente 365 días en esta escuela de la vida amorosa y muy grata, que nos ha dejado una variedad de sabores que han despertado en nosotros más encantos de vivir enamorados cual “amor de toda la vida”.

Han pasado 12 meses en los que el sol del amor ha brillado siempre con su intensa luz que ha traspasado nuestras diferencias y que ha hecho brillar nuestras más extravagantes cualidades y dones.

Han pasado 48 semanas de unir nuestras almas en una relación que empezó con cuatro columnas: de la amistad, confianza, respeto y amor. No ha sido el destino ni la vida ponzoñosa que nos ha arremetido para estar juntos, sino la imaginaria, misteriosa y divina voluntad de Dios.

Ha pasado un año con varios feriados y varias lloviznas que han regado nuestro corazón para mantener vivo y en pie nuestro amor, destacable para muchos y envidiable para otros. Dicen que “la vida te da sorpresas”, pero nosotros le hemos dado una gran sorpresa a la vida con nuestro amor radical, porque para amar no basta tener un corazón, sino saber crear uno nuevo. 

Han pasado 8,760 horas caminando de tu mano y muchas veces corriendo por los vientos fuertes que trae la vida y que solo queda correr y saltar los charcos, para estar siempre de pie cual soldado presto para ir a la guerra.

El amor de mi vida.

Han pasado 525, 600 minutos en que nunca hemos bajado la guardia y en este tiempo hemos aprendido que las piedras en el sendero de la vida nos sirven; sí, nos sirven, porque para hacer una columna necesitamos mezclar nuestro fuerte ‘cemento de amor’, con estas piedras, y seguir creciendo porque lo bueno lo perfeccionamos y lo malo lo transformamos. 

Han pasado 31’ 536, 000 de segundos en que Dios sigue creando en nosotros cosas nuevas para que nos amemos cada vez más; quizá estemos nadando en el mar profundo del amor o quizá estemos empezando a conocer el aventurero camino del infinito.

Estoy feliz, hoy; pero mejor aún sabe la idea de que pronto estaremos juntos para siempre hasta que Dios decida bajar el telón de nuestras existencias y verte allá, en el mejor paradero de nuestras vidas, donde las almas reposan y donde el amor que vivimos acá construirá nuestro paraíso en la ansiada eternidad.

“No solo quiero amarte en vida, sino también en muerte y en resurrección”, By me.