Fútbol con pelotita de tenis
Pelota de tenis similar a la la historia. |
Jugar futbolito con una pelotita de tenis era
nuestro recreo para mi hermano y yo en la casa de La Molina, empezando los 90’s.
No había una pelota de fútbol en casa para agarrarla a patadas y a falta de
ella pagó ‘pato’ una pelotita de tenis, de aquellas que son como alfombradas de
color verde.
Jugábamos todas las tardes en el patio de la
entrada de la casa mientras mamá hacia los quehaceres de la casa, como limpiar,
cocinar, hacer sus postres, entre otras cosas. Y claro todo el buen juego
paraba cuando mamá nos decía: “Hace rato, carajo, les he dicho que guarden la pelota”.
Las tardes eran de esos encuentros en que mi
equipo conformado por ‘yo mismo’ y el equipo de mi hermano conformado por ‘él
mismo’ nos agarrábamos a patadas y pelotazos, en toda caso, pelotazos de pelota
de tenis. Nos hizo tan bien jugar fulbito con una pequeña, vieja y verde
pelota, que despertó en nosotros habilidades como hacer pataditas sin que se
caiga la pelota o apuntar bien el disparo, o mejor aún matar las cucarachas que
estaban en las paredes a pura puntería.
También la pelotita era pateada con mi papá
cuando ésta se encontraba cerca a la puerta. Además la disfrutaba el gato que teníamos,
dándose volantines horas de horas, o también mi madre al llevársela a su
cabecera, si en caso nos portábamos mal; cosa que pasaba de vez en cuando.
Todos disfrutábamos en algún momento de la pelotita de tenis.
Cuando jugábamos esos partidos con mi hermano,
cogíamos dos sillas del comedor que se convertían sus patas en el arco, ya que ‘a
la pelota chica, arco chico’.
Pero también he de mencionar que cuando había momentos
de tristeza salía al patio a patear la pelotita contra la pared, a ver si Dios
hablaba algo o si en caso bajaba Jesús a jugar un partidito. No siempre rodó
felicidad en la pelota, sino también dudas y consuelos; quizá no solo fue
pelota sino ‘compañera’.
No sé exactamente cuál fue su final, lo cierto
es que a pesar que nunca fue pelota de fútbol, se convirtió en cómplice de nuestras
habilidades, de nuestras ‘precisiones’ y de nuestra niñez feliz, en donde solo bastaba
verla y despertar en nosotros lo que apenas unos niños de 6 años buscan… jugar,
jugar y jugar.
Si encaso existe aquella pelotita verde de
tenis por algún rincón del mundo debe estar haciendo lo que siempre hizo, hacer
feliz y disfrutar al buen juego, quizá de fútbol o tal vez ya de tenis.
Metáfora de esta historia:
“Nunca dejes de jugar ni de soñar, ni de hacer
goles en la vida, no siempre tendrás lo que se debe (pelota de fútbol), pero
siempre tendrás algo qué transformar (pelota de tenis) para cumplir tus metas…Ser
feliz”, by pelotita verde.
bien radical!!
ResponderEliminarconseguiré una pelotita verde, es una promesa :*
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